David promueve una cocina insólita y llena de sabor donde hay un espíritu macarra, oriental y arriesgado en las creaciones. Su casa es como el estudio de un pintor donde los platos se terminan de “pintar” delante del cliente.
«Me considero un artesano. Un plato tiene mucho de artístico cuando está en la mente, pero luego hay que trabajarlo para que siempre salga perfecto».